domingo, 3 de agosto de 2008

.untitled.


"... Nos sonreímos. Le pregunto si es normal estar tan tristes como estamos. Dice que es debido a que hemos hecho el amor durante el día, en el momento álgido del calor. Dice que después siempre es terrible. Sonríe. Dice: tanto si se ama como si no se ama, siempre es terrible. Dice que pasará con la noche, tan pronto como llegue la noche. Digo que no sólo es debido a haberlo hecho durante el día, que se equivoca, que estoy inmersa en una tristeza que ya esperaba y que sólo procede de mí. Que siempre he sido triste. Que también percibo esa tristeza en las fotos en las que aparezco siendo niña. Que hoy esta tristeza, aun reconociendo que se trata de la misma que siempre he sentido, se me parece tanto que casi podría darle mi nombre. (...) Mientras hablo, me mira, no me quita ojo, mientras hablo mira mi boca, estoy desnuda, me acaricia, quizá no escucha, no sé. (...) Por eso estoy aquí contigo. Él está encima de mí, entra otra vez. Nos quedamos así, clavados, gimiendo en el clamor de la ciudad aún exterior. Aún la oímos. Y después dejamos de oírla."


Marguerite Duras
El amante

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